Noticias Breves



Detuvieron a una mujer en el Gran Buenos Aires, María Juana de Verde, por presuntos vínculos con el narcotráfico. La única prueba al momento es su nombre de pila.

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Tras el secuestro, Puthod, habría iniciado causa por homofobia.

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Un nuevo desaparecido en "democracia", la presidenta de defiende: "algo habrá hecho".

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Los 90' ya habrían sido superados, las otrora "relaciones carnales" ahora se llamarían "acuerdos estratégicos".


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buen día navegantes

sobre pelusón

lunes, 28 de abril de 2008

Las falsas antimomias son el puchero político de cada día

Los sectores empoderados del país (Argentina) nos tienen ya acostumbrados a ponernos entre la espada y la pared, entre el cielo y el infierno, en encrucijadas existenciales, tan solo con falsas antinomias. El pueblo fofo, con cierta abstinencia política inconciente pero pereza crónica, no sabe más que tomar partido por estas falsas antinomias, que es el camino más simple de sumergirse al campo de la política. El dormilón y la banana han descubierto una nueva falsa-antinomia, esta vez en boca de la presidenta argentina Cristina Fernández. Sin embargo, antes, no estaría mal refrescar la memoria con un listadito no-taxativo de algunas otras:

izquierda - derecha (todo el mundo sabe que siempre nos gobernaron las derechas, y que nunca corrió riesgo su hegemonía)
inversiones extranjeras – recesión (todos sabemos que en largo plazo son sinónimos, o cuanto menos, causa y efecto respectivamente)
inflación – recesión (que solo es una extorsión a los trabajadores: “no jodan con aumentos de salario, que se quedan en la calle”)
democracia burguesa – dictadura militar (son dos etapas del mismo gobierno, uno para cuando la porquería se sostiene sola, el otro cuando hay que apuntalarla un poquito)

Otras más recientes:
el campo – el gobierno (sabemos que ambos son sojeros)
confiscación – distribución de riquezas (a nadie se le confisca y a nadie se le redistribuye, al menos no más que a los mismos de siempre)

Bueno en fin, la nueva antinomia sin más preámbulo:

los que quieren enfriar la economía – los progre que quieren trabajo con altos salarios y calidad de vida para el pobre pueblo trabajador...

Esta es la nueva verdura que se vende a diario en los medios del país, distracción fútil a los estómagos enfriados ya desde hace rato... demás estará decirle a este gobierno que se caliente un poco y deje de hablar pe-lo-tu-de-ces...


La presidenta argentina seguramente pelotudeando

sábado, 26 de abril de 2008

algunas fotografías sobre los piquetes agrícolas

un piquete familiar



















De Angelis, el dirigente entreriano, paseando en sus sojales.
















Productor agrícola destruido psicológicamente, tras la Resolución 125/08.

viernes, 25 de abril de 2008

el dormilón y la banana en defensa de Lousteau

Hechos eco de las difamaciones e injurias proferidas al señor Lousteau, El Dormilón y La Banana se pronuncian contra los oportunistas que desean inclinar la cancha de la historia, y llevar el agua a su propio molino.

El señor Lousteau ha sido y será bandera y escarapela de la lucha por el reconocimiento de nuestro pueblo en el mundo. Un enaltecedor de las virtudes argentinas, en épocas de gran convulsión y desconcierto global; ha sido un fiel representante del estilo nacional en todos los suelos de nuestra América y otros continentes. Supo mantener su frente alta y su protagonismo al lado de grandes titanes de la escena.

Por estas razones, y otras que no mencionaremos, queremos exhortar a toda la prensa amarillista, histórica leñadora del árbol caído, y a todos aquellos que se atrevieron, de una manera u otra, a agraviar la envestidura de este magnífico ejemplar de ser humano, que se disculpe públicamente, o sufrirá por el resto de sus respectivas existencias.

El Dormilón y La Banana, en defensa del más grande wing izquierdo del mundo, el genial Felix “Chapulín” Lousteau.



lunes, 21 de abril de 2008

tres pasajeros

El dormilón y la banana hacen observaciones a propósito del “conflicto agrario” en la Argentina:

Según ellos, esto parece una escena de bondi metropolitano, en la que un sujeto hace a enojar a otro, lo distrae para, que un tercero, cómplice del primero, le meta una mano en la cartera o en el bolsillo al segundo, sin que este se dé cuenta, y culpe al primero con el bolsillo descuidado nuevamente. Rememoran aquella escena de la estación de ferrocarril en “Los Hermanos Marx van al Oeste”, en el que los tres son víctimas, ladrones y distractores cómplices, de manera casi simultánea.


El colectivo planta los frenos en la segunda parada de Calle San Martín, los pasajeros suben cual disciplinada yunta de cierto ganado no-vernáculo. Séptimo en la fila sube un hombre canoso, de unos cincuenta y tantos años, con ropa como de antes, pero reluciente: alpargatas impecables y bombachas de marca, una camisa blanco sucio con cuadros en distintos tonos de celeste, y una boina tiramisú de cuero semi-rugoso: gente de campo, si las hay: de esos que vienen ahora: no?. Se sube no más, intenta pagar su boleto, pero su billete es demasiado grande para el humor del chofer. La indiferencia del colectivero desplaza de la fila al abombachado, que no para de rezongar. Como el rezongue no hizo efecto, comienza a pedir cambio entre los que estaban en la fila. Una señora, que bien podría haber sido su mujer, le dijo que no; una señorita, que bien podría haber sido su amante, le dijo que tampoco; a un señor que bien podría haber sido su obrero o esclavo, ni le preguntó; hasta que al final de la fila un correctamente vestido hombre de cabello oscuro brilloso, lo recibió, con una sonrisa que estremeció al neo-paisano. Se dijo que ambos eran viejos amigos, que había una deuda de por medio, que esta era en pesos y que en realidad no era muy reconocida. El trajeado pidió al chofer que le cobrara a él los dos boletos, le pagó con algunos billetes y recibió el vuelto apresurado del chofer. Tomó el gran papel del aliviado ahora-pasajero, y le devolvió a este de su maletín unos billetes que ni contó. En oposición, el hombre de campo, como si no fuera del campo, los contó tres veces, para concluir sagazmente que se le habían quedado con parte del vuelto. Comenzó la segunda tanda de rezongues a los cuatro vientos, contra la usura del uniformado, reprobando la injusta retención. Miró hacia los costados. Lo insultó. Le reclamó a los demás pasajeros. El confiscador se mantuvo inmutable. Miró hacia afuera. De momentos apeló a cierta justicia divina o popular. Se consideró en pleno derecho. Balbuceó argumentos que ya se habían escuchado para otras causas, incluso opuestas. Lo culpó de lo que él le había hecho. Todos desde afuera miraban esta absurda lucha. Al fin, se paró en la puerta de salida, y prometió no dejar bajar a nadie hasta que no le sea devuelto lo suyo. Todos lo observaron con bronca, y comenzaron a apretar sus dientes. Empezaron a discutir, sobre la posición de uno y del otro. Se habló de la reputación de uno y luego de la del otro. Cada uno tenía su historia y sus manchas, como todo tigre; cada uno tenía sus muertos en el ropero. Se iban apilando así los cadáveres a la orilla de cada mueble, y la hinchaba llevaba el tanteador. El partido proseguía hacia instancias inenarrables, y los jugadores ya estaban deformes de tanto patear la pelota hacia afuera. Las tribunas explotaban, invadían la cancha y salían al rato, para luego volver a invadirla. El Macaya de turno se tiraba encima de uno, luego del otro, y en su mayor parte relató otro partido (como un tal Muñóz años antes). Un personaje, un jugador, digamos de otro equipo, o no; estaba en el medio, y nadie lo veía. Tenía bombachas como el agrario, pero corbata como el capitalino; tenía camisa suelta a cuadros y zapatos negros con una lucecita en la punta del dedo gordo, reflejo del sol que entraba en el bondi; la boina clarita lucía cortante, sobre el pelo engominado. Era un hombre de afuera, pero de acá. O sea de acá, o no, pero que hacía la cosa afuera, o no. Bueno, es como que el quiosquito lo tenía acá, pero le vendía los caramelos a changos de otros barrios, o al revés... y la revés. La cuestión es que este tipo, era petizón, nadie lo había visto, algunos ni sabían que existía, pero era importante. Era el chofer del colectivo, el indiferente colectivero, el perdido eslabón de esta historia, el mediocampista de este toma y daca. Se dice que muy amigo del hombre de traje. Se dice que cómplices en esta historia. Nadie está seguro quién dio mal el vuelto, quién se quedó con la mosca. La cuestión es que mientras el de la alpargata tapaba la puerta, el invisible le iba metiendo la mano por atrás, muy despacito, iba sacando billetito por billetito, sin que nadie se de cuenta. Cada tanto el rezongón tomaba la pila de billetes y los contaba de nuevo a la vista del pasaje, como muestra de la estafa, al encontrarlo menor que antes, volvía a arremeter contra el hombre importante, acusándolo de su nueva reducción patrimonial, y también de otras cosas que hubo hecho quizá algún antiguo pariente lejano, enemigo de algún ancestro del de boina, en nombre de cosas que ya ni recuerdan ninguno de los dos. Mientras en la divagación, el chofer seguía tomando billetitos, que se sumaban despacito...

Nunca nadie supo como terminaría esta historia. Quizá cuando tuvo que bajarse el del campo, o quizá hasta donde viajaba el de traje. No pudo haber sido hasta el final del recorrido, ya que por la postura del chofer, no se cree que este le haya dado fin al mismo. Nadie supo qué sería del rezongón, quizá haya sido reemplazado por alguien que viajaba mucho más lejos, el cual tendría, seguro, cómo pagar el boleto, y se haría mas bien amigo de los otros dos. Lo más llamativo es que nadie nunca supo cuándo los espectadores de esa pelea, saltarían al ring, para quedarse y terminar con esa repetida patraña, en la que el viaje siempre comienza y termina, para y sigue, va y vuelve, según se les antoje a los mismos tres imbéciles de siempre.

sábado, 19 de abril de 2008

la prueba

- alto!
- me llamo victor, y soy más bien bajo.
- alto!
- y eso??
- es la prueba del delirio.... todo lo que mire será usado en su contra...
- tengo derecho a guardar silencio?
- las preguntas las hago yo...
- las preguntas las hace usted?
- qué te dije pibe?
- epa...
- qué?
- epa!! en qué quedamos?
- por qué no se va?